lunes, 14 de enero de 2013

Día 1

El primer día de nuestras vidas es el primer día más delicado y caótico que afrontamos en nuestra vida. Un día duro, agotador, lleno de llanto y en muchos casos de felicidad.

El primer día de colegio... Miedo, curiosidad y sí, también llanto en muchos casos. (Tengo el recuerdo de una chica de mi colegio todos los primeros días de clase de la primaria lloraba como loca desquiciada).

El primer día luego de que se acaba una relación... Ya lo he pasado, sé que el dolor eventualmente se irá y todo ese rollo. Pero hoy, estando en ese primer día el dolor es inevitable, la falta de esperanza y el llanto, ese inevitable llanto que viene como horcajadas durante el día, esta ahí, presente. Presente como el primer día en que nacemos.

No, este no es un post donde me la pego de mujer superada y digo uy si! hoy lloro pero mañana todo pinky y feliz porque a mí ningún hombre me hace daño y soy jodidamente lo máximo!!! Wooooo!!!

Pero sí, soy jodidamente lo máximo no tengo dudas, soy cool, escucho buena música y tengo un estilo propio y torpe en cierto sentido, pero mío. Me quiero, aún cuando no necesito ponerlo aquí o algo, pero lo hago y como toda mujer unos días más que otros.

Pero como diría Javiera, de carne y hueso mujer al fin y al cabo... El dolor esta aquí, en alguna parte de mi cuerpo... en mi garganta como nudo, en mis ojos por tantas lagrimas, en mi cabeza entumecida por recuerdos, en mi hombro porque justo hoy se contracturó para acompañar a mi corazón en el dolor.

Pasa pronto por favor, quiero volver a reír como hace dos noches cuando tenía una copa de pisco con hojas de coca maceradas. Tener la foto de la última gran sonrisa que di antes de toda esta vorágine no se si sea de ayuda o simple masoquismo.

1 comentario:

  1. Bravo. Sólo para reforzar: La felicidad y el dolor son hermanos gemelos que se complementan. De las lágrimas más ardientes nace la sonrisa mas brillante y lo mismo a la inversa. Guarda las riquezas en el corazón para cuando llegue el momento de compartirlas y arroja la mezquindad donde nadie pueda alcanzarla. Y recuerda que el mejor día es aquel en el que el alma tiene hambre y sed... como en todos los "primer día".

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